A dos días de las vacaciones resulta que llevo otros tantos
haciendo la maleta navideña. Me gustan estos días previos al viaje de vuelta a
casa en los que enumero una y otra vez lo que no se me puede olvidar y,
mentalmente, organizo y optimizo el espacio de los bultos para que la ropa para
soportar el frío de Vitoria y los regalos convivan en armonía desde la puerta
de mi casa hasta la de mis padres, lo que este año supone doble reto, ya que
hago una escala de 3 días en mi querida Madrid.
Soy la típica pesada a la que le encantan estas fechas. A la
que desde hace un mes le parece que por la calle ya huele a Navidad, aunque se
trate del vendedor de castañas asadas de cada invierno.
Por algún motivo asocio ese olor a los últimos días del año, a vacaciones frías decoradas con luces, abetos, Olentzeros y renos. Por cierto, adoro los renos. Y los amigos invisibles.
Por algún motivo asocio ese olor a los últimos días del año, a vacaciones frías decoradas con luces, abetos, Olentzeros y renos. Por cierto, adoro los renos. Y los amigos invisibles.
Para muchos, el cariño a estas fechas supone un despreciable
carácter consumista e hipócrita, pero para mí supone reencuentros y calor
hogareño. Invierto parte de mi tiempo libre en fabricar algunos de mis regalos
y el resto en disfrutar de mis padres, hermana y amigos.
De hecho, para mí la Navidad se resume en la foto de
nochebuena después del vino caliente, mi madre limpiando la cubertería que
compró en su viaje a Tailandia, mi padre
descorchando vino, mi hermana poniendo villancicos (a petición de mi madre), mi
abuela riéndose porque ni a ella ni a mí nos ha dado tiempo a comernos las uvas
y mi gato considerando el espumillón un manjar. La comida de kuadrilla y, por
supuesto, la visita a los Belenes que Myriam nos obliga a hacer. Este año me
libro, pero si vuelves pronto te juro que no volveré a quejarme de que quieras
ir.
Me gusta la Navidad y mis tradiciones navideñas. Y me gusta
hacer balance del año que termina y que siempre sea positivo, y tener los
mismos propósitos imposibles para el que va a empezar.
Que os sean muy leves los últimos días de trabajo. Apuesto a
que hace una semana que cada día al sonar el despertador pensáis en las bonitas
vacaciones que nos esperan en breves.
¡Feliz Navidad a todos!
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